Y tú, ¿cómo te sentiste aquel día?. Si hacemos esta pregunta a un adulto de nuestro entorno pueden suceder 3 cosas: que se extrañe de la pregunta en sí e incluso se sienta intimidado o "invadido"; que responda "pues no sé...mmm...feliz? triste? contento?"; o que conteste con una perfecta descripción emocional rica en detalles.
Yo suelo preguntar mucho esto a mis amigos y me suelo encontrar con las dos primeras respuestas. Por supuesto hay veces que uno sabe exactamente cómo se siente y no le da la gana decirlo, pero quitando estos casos pocas veces sé cómo se sintió un adulto realmente ante una situación cualquiera (tener o no un perro en casa, un viaje, un fin de semana con su pareja, una enfermedad o comer un dulce delicioso) mientras que sí podría saber con todo lujo de detalles cómo es fisicamente un nuevo compañero de trabajo, el último regalo de la pareja, el diagnóstico médico o la receta del dulce. ¿Por qué? Creo que porque no manejamos tanto vocabulario emocional como de otro tipo o no lo hacemos con tanta soltura.
Por eso trato te trabajar en el aula los aspectos emocionales de las situaciones que vivimos cada día. Cuando un niño llora puede que esté triste o enfadado pero ¿y si está frustrado porque quería algo que no ha conseguido? ¿o quizá siente envidia? ¿o a lo mejor está preocupado?. Dándoles todo este abanico (y más) de posibilidades quizá encuentre aquella que realmente defina su estado de ánimo y cuando sea más mayor, en lugar del llanto o acompañando al mismo, podrá explicar exactamente lo que le pasa o al menos, saberlo él mismo y ahorrarse futuras visitas a psicólogos. En definitiva, los maestros compartimos muchas vivencias con los niños y niñas y tenemos la oportunidad de enriquecerlas con un "vocabulario emocional" amplio y sobre todo, tenemos la oportunidad de enseñar a nuestros alumnos a saber qué le pasa cuando se sienten mal y, por qué no, cuando se sienten muy bien.
Para trabajar todo esto de forma más "sistemática" elaboré un material que se llama "El Panel de las Emociones" y que os enseñaré en el siguiente post. ¡Espero que os guste!
Yo suelo preguntar mucho esto a mis amigos y me suelo encontrar con las dos primeras respuestas. Por supuesto hay veces que uno sabe exactamente cómo se siente y no le da la gana decirlo, pero quitando estos casos pocas veces sé cómo se sintió un adulto realmente ante una situación cualquiera (tener o no un perro en casa, un viaje, un fin de semana con su pareja, una enfermedad o comer un dulce delicioso) mientras que sí podría saber con todo lujo de detalles cómo es fisicamente un nuevo compañero de trabajo, el último regalo de la pareja, el diagnóstico médico o la receta del dulce. ¿Por qué? Creo que porque no manejamos tanto vocabulario emocional como de otro tipo o no lo hacemos con tanta soltura.
Por eso trato te trabajar en el aula los aspectos emocionales de las situaciones que vivimos cada día. Cuando un niño llora puede que esté triste o enfadado pero ¿y si está frustrado porque quería algo que no ha conseguido? ¿o quizá siente envidia? ¿o a lo mejor está preocupado?. Dándoles todo este abanico (y más) de posibilidades quizá encuentre aquella que realmente defina su estado de ánimo y cuando sea más mayor, en lugar del llanto o acompañando al mismo, podrá explicar exactamente lo que le pasa o al menos, saberlo él mismo y ahorrarse futuras visitas a psicólogos. En definitiva, los maestros compartimos muchas vivencias con los niños y niñas y tenemos la oportunidad de enriquecerlas con un "vocabulario emocional" amplio y sobre todo, tenemos la oportunidad de enseñar a nuestros alumnos a saber qué le pasa cuando se sienten mal y, por qué no, cuando se sienten muy bien.
Para trabajar todo esto de forma más "sistemática" elaboré un material que se llama "El Panel de las Emociones" y que os enseñaré en el siguiente post. ¡Espero que os guste!
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