Finlandia y la educación

Me imagino a un pequeño grupo de médicos-investigadores que comunican a la comunidad médica: "Señores, hemos encontrado la vacuna de la gripe, con la que evitaremos enfermos este invierno. Además descongestionaremos las urgencias y el sistema sanitario funcionará mejor". Y la gran mayoría de directores de hospitales y muchos médicos les contestan: "Ah, no, no, no. Mira, a mi déjame de vacunas ni lios que yo receto luego Frenadol y Dalsy a los niños, que además sabe muy rico, y la gripe se cura igual. Que llevamos muchos años sin vacuna y no ha pasado nada". Los investigadores insisten: "Pero es que hemos demostrado que evitaríamos la muerte de muchos ancianos". Pero los médicos contestan: "Bueno, yo hago lo que puedo con mis recetas y si luego no se cuidan en su casa o salen a pasear...es su problema. ¡Es que las familias no cuidan a sus mayores!". Y los investigadores insitirían: "Si vacunamos al principio del Otoño, nos evitamos pacientes en urgencias durante todo el invierno con recaídas de gripe y podemos atender mejor a otras urgencias". Pero nada, que no: "Miren, déjenme de rollos que yo el día que se ponga malo le receto lo de siempre y luego ya veremos". Y los científicos no cesan: "Pero a los pacientes tenemos que darles lo mejor para su salud. La vacuna es mejor porque les impide recaer". Y los jefes de hospitales dirían: "Ah, pero es que los pacientes no tienen que saber que hay algo mejor. Si no les decimos nada, se van a casa tan contentos con su receta de siempre".

Perdón de antemano a los médicos si el ejemplo no es el más adecuado, pero creo que me puede servir para explicar lo que pretendo.

La situación anterior nos parece absurda. Si se investiga un avance científico que va a mejorar algún aspecto de nuestra vida (salud, comunicaciones, tecnología...), ¿por qué no lo vamos a aplicar? De hecho, tenemos cada vez mejores tratamientos médicos, más comodidades en casa, teléfonos más inteligentes, ordenadores para conectar con cualquier lugar del mundo, alimentos adecuados a cualquier intolerancia, etc.

Yo me pregunto por qué en educación esto no sucede. Cualquier maestro tiene en sus manos estudios científicos que demuestran que determinadas metodologías no son las más adecuadas para favorecer el aprendizaje, que hay actividades que conducen a una mejor comprensión de los conceptos matemáticos, que algunos agrupamientos son incompatibles con la experimentación en el aula,... y un largo etcétera. Sabemos cómo lo hacen en países punteros en educación. ¿Y entonces por qué no aplicamos los resultados de la investigación educativa a nuestro sistema? 

Nos refugiamos en que tenemos muchos alumnos en clase, en que en los países de norte de Europa los niños son más tranquilos, en que nos pagan poco, en que es que aquí el clima no es el mismo, en que las familias no colaboran o en que no tenemos medios. Y sobre todo, como sabemos que la metodología que usaron con nosotros ha funcionado porque leemos, escribimos y tenemos una carrera; ¡pues por qué la voy a cambiar!

Pienso que quizá los maestros que han ido cambiando, que han seguido lo que los científicos han demostrado que es mejor, que se han molestado en parar y dar un giro al rumbo de lo que hacían; son los que han dado esas personitas que andan por el mundo y que incluso en tiempos de crisis, emprenden proyectos, trabajan en el extranjero, han montado imperios de la nada, se motivan internamente a diario y, sobre todo, saben qué quieren conseguir y luchan, luchan, luchan,...y son felices mientras lo hacen.

Todo esto pensé en escribirlo cuando leí el artículo "Así consigue Finlandia ser el número 1 en educación en Europa". Como veis no hay casi nada que nos impida poner en marcha su sistema. Sí, habla de que el clima nórdico influye. Influye, pero no determina. 

Ánimo y suerte. Hay una vacuna para mejorar la educación. A ver si entre todos la distribuimos y nos olvidamos de las recetas, que es cierto que algo hacen, pero no lo (demostrado científicamente) mejor para nuestros alumnos.