Hace unos meses El País Semanal en su sección de Psicología publicó un excelente artículo titulado La envidia: el Síndrome de Solomon. Merece la pena una lectura atenta y detallada y una reflexión sobre qué actitud tenemos cada uno de nosotros desde el lado del envidioso y del envidiado. A partir de ahí podremos empezar, como dice Borja Vilaseca en el artículo, a convertir la envidia que sentimos en motor para mejorar y a evitar actuar en contra de nuestras creencias por no destacar del grupo.
Pinchando en la imagen (de José Luis Ágreda) y aquí podéis descargar el artículo en .pdf
Por desgracia, cada vez se valora menos y se critica más lo que se sale de la norma. Incluso en una charla informal con nuestros amigos a veces no gusta una opinión contraria al resto (aun siendo quizá la más meditada y con más argumentos). Con frecuencia, el que la posee opta por el silencio para no sentirse cuestionado y rechazado (¿por envidia?). Dijo Risto Mejide una vez, en torno a sus polémicas críticas como parte de jurado de diversos programas, algo así como que el que dice algo y con sus palabras molesta a los demás, es que, de verdad, ha dicho algo.
Desde la escuela tenemos una excelente posición para contribuír a la formación de personas que saquen provecho a la envidia para perseguir aquello que les hará mejores y/o que defiendan su punto de vista pese a ser diferente o minoritario sin sentirse mal por ello. Son algunas claves para ello...
- crear un clima de seguridad y afecto para que los niños puedan expresarse,
- dar tiempo para pensar antes de pedirles una respuesta (vamos con taaanta prisa a veces...),
- dejar de lado en ocasiones actividades cerradas, pautadas y dirigidas férreamente por nosotros,
- y dar paso a propuestas que fomenten el pensamiento crítico, la elección libre entre varias opciones, la autonomía y la expresión de opiniones.
Metodologías como el trabajo por rincones (¡con elección libre de los rincones!), materias como Alternativa a la Religión, actividades concretas como El panel de las emociones, el trabajo con cuentos como Por cuatro esquinitas de nada y en general cualquier propuesta que deje tiempo a los niños para pensar y opinar después; van en esta línea.