Antes de poner nombre a los colores y preguntar desesperadamente a los niños casi desde que nacen "¿A ver, de qué color es esto?", tenemos que asegurarnos de que los ven, de que pueden diferenciar un color de otro visualmente. Para trabajar este aspecto con mis alumnos de 3 años antes de nombrar el color amarillo, en este caso, realicé la secuencia de actividades que propone Jose Antonio Fernández Bravo en su libro
Didáctica de la Matemática en la Educación Infantil (podéis comprarlo
aquí), y que os recomiendo que tengáis a mano para abordar muchos de los conceptos propios de la etapa de Educación Infantil.
Para realizar dicha secuencia necesitamos unos 30 cartones de color amarillo y el mismo número de color rojo y azul. Los cartones deben tener la misma forma y tamaño.
1. Tenemos tres sillas separadas y lejos de ellas, tres mesas separadas también. Colocamos, sin decir nada, un cartón amarillo en una de las sillas, uno azul en otra y uno rojo en la tercera silla. El resto de cartones los dejamos, separados por color, en las tres mesas. Se pide a tres niños (yo cambié de grupo de 3 varias veces) que coloquen sobre las sillas los cartones de las mesas, sin dar ninguna explicación más. Cuando terminen de colocarlos, les preguntamos por qué lo han hecho así para recoger sus explicaciones y partir de ellas en las siguientes actividades.
2.Ahora colocamos los cartones de las mesas mezclados habiendo en las tres mesas cartones azules, rojos y amarillos. Procedemos de la misma forma que en la actividad anterior.
Casi todos los niños fueron capaces de colocar cada cartón en el montón de cartones del mismo color sin mi intervención. Los que no lo hicieron, al mostrarles el conjunto de cartones y apreciar que el que ellos habían colocado no era igual al resto, lo cambiaban al montón correcto. Si ellos no nombran el color, de momento no lo nombraremos tampoco nosotros, pues nos interesa centrarnos en la discriminación visual.
3. En la tercera actividad se reparten los cartones a los niños y éstos deberán colocarlos en las sillas, ganando los que se queden sin cartón. En las tres sillas hemos dejado sólo dos ocupadas por cartones amarillos y una vacía (da igual el color, pero siempre 2 del que queramos trabajar y una silla vacía). Se produce un pequeño desequilibrio para los niños con cartones rojos y azules pues en principio no los podrían colocar. Concluiríamos que sólo podemos colocar "éstos" (señalando a los amarillos y usando el vocabulario que vamos extrayendo de los alumnos).
En mi grupo íbamos por orden circular saliendo a colocar los cartones. Cuando llegamos al primer niño con cartón azul lo colocó en la silla vacía. Y cuando llegamos a un niño con cartón rojo, agrupó todos los amarillos en la misma y colocó su cartón en la silla que ahora quedaba vacía, marcando así que ahí se colocarían los rojos a partir de ahora. Es absolutamente maravilloso cómo la mente infantil encuentra soluciones tan lógicas cuando se la deja un poco de libertad para pensar.
4. Después procederíamos igual pero con una variante. Volvemos a repartir los cartones dejando en dos sillas cartones amarillos y en la otra uno rojo (de nuevo, dejamos 2 del color que queramos trabajar y uno de los dos restantes). Según el autor los niños con cartones azules se quejarian y les preguntaríamos por qué. Sin embargo, en mi grupo cuando tocó a la primera niña que tenía cartón azul lo que hizó fue juntar los dos amarillos en la misma silla y colocar el azul en la que había quedado vacía. Y a partir de ese momento todos siguieron colocando sus cartones como en la actividad 2.
5. Ahora sí vamos a nombrar el color amarillo. Colocamos en las tres sillas cartones amarillos (una en cada uno) y ponemos nombre a ese color que ya hemos diferenciado. Repartiríamos los cartones y de nuevo ganarían los que pudiesen colocarlos. Al que le toque azul o rojo debería pedir un cartón amarillo nombrando el color para poder ganar.
Como en mi grupo ya vi que los alumnos eran capaces de encontrar otras soluciones para colocar los cartones y quería que pidiesen el color que necesitaban, decidí añadir: "Voy a repartir cartones pero como veis sólo podemos colocar los amarillos por lo tanto, para ganar el juego me tenéis que pedir un cartón del color que podáis colocar". Quien no me lo pidió le dí uno de otro color, que no pudo colocar. Repetimos dos veces la ronda hasta que todos ganaron nombrando el color amarillo en su petición.
Durante esa semana, en el
rincón de lógica-matemática, dejé este material y cuentas y bandejas de colores para que surgiera la clasificación en base a esta propiedad.
Para terminar, me gustaría decir que, en mi opinión, esta secuencia y otras que se proponen en el libro son bastante controladas por nosotros y dejan poco lugar a que el niño ponga en juego estrategias propias (diferente a los que sucede en actividades como
El tren o
El cohete) pero aún así me parecen bastante interesantes para exponer ante el niño conceptos matemáticos desde la forma que tiene éste de percibirlos. También me parece importante destacar la secuenciación de actividades que presenta en torno a un mismo concepto, respetando los pasos que da un niño en su percepción del "entorno matemático". A veces siento que vamos taaaaaan deprisa que nos saltamos momentos "perceptivos" anteriores, que no dejamos actuar a los cinco sentidos... y esto en Educación Infantil y en matemáticas es fundamental.