Este curso quise realizar la propuesta del libro
Construír, jugar y compartir para 3 años. Os voy a contar mi experiencia, que así como en las ocasiones anteriores salió perfecta, en esta ocasión no dio los resultados esperados. Pero quiero compartirla porque me parece ineteresante que no tiremos la toalla (que me dieron ganas, jeje) cuando los resultados no son ni parecidos a los de otras compañeras ya que aún así podemos obtener información muy interesante sobre nuestro grupo de alumnos y nuestro propio trabajo. Comencé por adaptar su propuesta de la vaca a nuestro
pequeño proyecto sobre el camaleón. Hice varios modelos de camaleón jugando con las variables:
1. Número de pegatinas empleadas para decorar el modelo.
2. Número de diferentes colores de las pegatinas.
3. Disposición espacial de las pegatinas en el modelo.
La actividad la propuse para el rincón de lógica-matemática durante una semana sobre el mes de marzo. Se la expliqué en la asamblea, haciendo hincapié en que tenían que decorar su camaleón igual, que tenían que venir a la tienda a comprar pegatinas pero con una lista y que para ganar no les podían faltar ni sobrar pegatinas. Esa semana diseñé para el resto de rincones actividades en las que los alumnos pudiesen ser más autónomos ya que en mi aula no hay casi ningún tipo de apoyo y yo estaba casi todo el rato en mi mesa y la de lógica-matemática, para dar los modelos a los niños que elegían el rincón, ver los procedimientos que utilizaban y después ver sus listas, proporcionarles las pegatinas que me pedían y observarles en la validación.
Pues bien, yo esperaba que para elaborar las listas dibujasen las pegatinas usando las ceras y/o lápices que tenían en el rincón, bien con colores o simplemente los cuadrados. Dos niños realizaron rayitas y cuadrados
pero el resto intentó utilizar el lenguaje verbal escrito rellenado parrafadas de letras, peseudoletras o imitaciones de texto escrito que luego hacían que leían, pero en realidad recordaban las pegatinas de memoria o las pedían al azar.
Cuando las tenían iban a su mesa y pasaron 3 cosas con muchísima frecuencia:
1. Perdían las pegatinas por el camino.
2. Una vez en la mesa "se liaban" con pegatinas que habían pedido otros niños.
3. No recordaban que tenían que pegarlas como el modelo y las pegaban como querían o incluso coloreaban la vaca sin hacer caso a las pegatinas.
La mayoría de los niños consiguió ganar en un primer o segundo intento usando la memoria para pedir las pegatinas (usaron el conteo, pero no la escritura numérica, que era mi objetivo). De los que no pegaron bien las pegatinas la mayoría no reconocía el error al comparar su trabajo con el modelo por lo que no veían la necesidad de volver al rincón a jugar aunque yo les dijese que habían perdido y podían volver a intentarlo.
De mi experiencia yo extraje tres conclusiones:
1. La cantidad del 1 al 3 estaba consolidada ya que la mayoría contaba hasta 3 para saber la cantidad necesaria y usaba el número correctamente para pedir las pegatinas de cada color.
2. Habíamos usado poco el lenguaje matemático escrito frente al lenguaje verbal escrito y por eso los niños recurrían inmediatamente a este último.
3. El grupo era aún poco autónomo para realizar este tipo de actividades con éxito (no perder pegatinas, comprender la consigna y la validación, "hacer suyo" el problema, etc.).
Así que comenzamos a utilizar el lenguaje matemático escrito en otras actividades fundamentalmente de asamblea y rincón de ciencias y a trabajar la autonomía en las actividades del rincón de matemáticas. Y esperé, que a veces es lo que hace más falta. Y hace unas semanas repetí la actividad con la vaca que propone el libro, ya que estábamos trabajando sobre nuestra visita a la granja-escuela.
Y sucedió lo siguiente:
1. En las peticiones por escrito apareció de nuevo mucho lenguaje verbal escrito aunque aumentaron bastante las poducciones que yo esperaba la primera vez: dibujos de tantos círculos como pegatinas (incluso un niño reprodujo la vaca) y 2 ó 3 niños escribieron números.
2. Ningún niño utilizó los colores para marcar las pegatinas. A los que las pedían al azar o yo veía que no conseguían pedirlas bien, les ayudé sugiriéndoselo, pero estaba claro que no veían la necesidad.
3. La mayoría siguió pidiendo las pegatinas de memoria y algunos niños emplearon el azar.
4. Todos los niños se encargaron de sus modelos y sus pegatinas, aunque cuando sobraban no me lo decían directamente pero cuando les faltaban volvían a pedírmelas en lugar de coger las de otro niño (no llegué a limitar el número de viajes porque no era un obstáculo en el caso de mi grupo pero esto es un gran avance para actividades de posteriores cursos).
5. En la validación, todos sabían si estaban pegadas igual que el modelo o no y por tanto ellos mismos podían decir si habían ganado o perdido.
6. Los que perdieron siguieron sin mostrar mucho interés por volver a jugar por lo que pasada una semana decidí no repetir la actividad más modificando más variables.
La actividad no salió de nuevo como esperaba y de hecho varias veces, entre el lio de observar a los niños, atender a los de otros rincones, ver que esto no salía como yo pensaba, alguna pegatina por el suelo, etc. pensé "mira, me dedico a hacer las fichas del método y me dejo de tanto rollo". Mi conciencia no me lo permite y al final terminé la actividad, hice fotos y pensé en que todos hemos aprendido cosas y que también tengo que compartir en el blog experiencias que no salen perfectas pero que sirven para mucho. En este caso, las peticiones nos han servido:
1. Para trabajar la
autonomía con los alumnos, la autonomía física, pero sobre todo la intelectual. Y para saber que tengo que seguir trabajándola con propuestas en esta línea. Y para saber que este grupo necesita madurar para lo cual hay que esperar un poquito.
2. Para que
se enfrenten a tareas con una alta carga de responsabilidad por su parte, en las que yo soy una mera observadora. Ellos deciden hacer la actividad de un modo u otro, deben apropiarse de ella y tomar decisiones según las cuales ganarán o perderán. Esta es la forma de aprender realmente, de que apliquen los conocimientos (en este caso el conteo y la numeración) a problemas del entorno y no solo queden ligados a fichas escolares de su método sin sentido para ellos y que sólo nosotros podemos validar. Si quiero trabajar en esa línea, hay que ir "ensayando".
3. Para conocer a mi grupo: han interiorizado el lenguaje verbal escrito y lo utilizan a su nivel pero con fluidez. Casi ninguno dudó en que ahí estaba la clave de la petición. Esto indica que
tengo que trabajar más la utilidad del lenguaje matemático escrito en las actividades del aula y en el entorno en general.
4. Para confirmar qué alumnos tienen consolidado el
conteo y cantidad del 1 al 3 y los colores.
Por último, os dejo los links para descargar los modelos con pegatinas y la ficha vacía, tanto de los camaleones como de la vaca, pinchando
aquí o en las imágenes.
Y aquí terminamos. Espero que os haya servido la entrada, un poco larga esta vez y os animo a realizar la actividad en vuestras aulas. Es una propuesta que a mi me gusta mucho y que creo que, independientemente de cómo salga nos proporciona una información interesante y produce sin duda aprendizajes en los alumnos.