martes, 22 de diciembre de 2020

ABN y la Teoría de Situaciones Didácticas

Hace bastante que no escribo en el blog. Estoy embarazada de mi tercer hijo, llevo de baja desde principio de curso y no me quedan muchas energías para escribir. Aún así, tenía pendiente comentar algo sobre ABN y no quería dejar de hacerlo antes de despedirme formalmente. Como otros métodos matemáticos, está (o ha estado) de moda y me parece que aplicado exclusivamente, queda cojo.

Durante el confinamiento terminé de leer el libro Desarrollo y mejora de la inteligencia matemática en Educación Infantil, de Jaime Martínez Montero y Concepción Sánchez Cortés y editado por Wolters Kluwer. En él se explica la metodología ABN, contando detalladamente propuestas para cada área de contenidos matemáticos y secuenciando éstos a lo largo del segundo ciclo de Educación Infantil. 

Tenía muchas ganas de leerlo detenidamente ya que había visto a compañeras realizar actividades siguiendo esta metodología, había visto vídeos en You Tube y, en general, me había formado un poquito porque en el colegio de mi hijo siguen esta forma de trabajar y durante el confinamiento quería poder acompañarle realizado propuestas del mismo tipo.  

Pero mientras leía el libro haciéndome mis resúmenes, subrayándolo y dejando notas al margen; me iba dando cuenta de que en ningún momento aparece el para qué de cada una de las propuestas que hace. La progresión de los conocimientos, en mi opinión, es buena y aborda de forma completa todos los aspectos del número: conteo, ordenación y comparación, y transformaciones. Una buena guía para no dejarnos nada y por ello me hice una tabla sobre los bloques y su progresión que, si os interesa, podéis descargar pinchando aquí. 

Sin embargo, no habla nada del uso de dichos conocimientos, de que el niño los aprenda dentro de una situación que deba resolver o de un juego. Las que habéis puesto en práctica algo de esta metodología habéis visto o usado, por ejemplo, la tabla 100 y las casitas de las decenas. La metodología ABN propone multitud de propuestas para ellas: completar la tabla y las casitas, contar los números, "adivinar" el que está oculto, moverse por la tabla en horizontal o vertical saltando decenas o pares/impares, etc. Y claro, el alumnado llega a dominar pronto el conteo de varias formas hasta números altos. Pero lo hace a través de la mecanización de estas propuestas en la asamblea, porque la maestra se lo dice. Puede ser divertido en algunos momentos y no me parece mal que estén en una zona del aula como referencia y material de manipulación, pero desde luego, las prácticas que se proponen, quedan alejadas del uso real. Sin embargo, hay un juego perfecto para abordar la numeración hasta el 100, la colocación de números en sus decenas, su lectoescritura, el que va antes y después, etc. ¿Cuál es? ¡Bingo! Desde 4 años, adaptando el numero máximo al que llegamos, podemos trabajar la numeración dentro de un juego en el que, manejar bien la tabla 100 hasta el número X, nos hará ganar. Contando con que son los propios niños los que pueden escribir los cartones, sacar las bolas, leer los números, apuntar en la pizarra los que van saliendo, tachar los de su cartón y comprobar si las líneas o los bingos son correctos.

Los talleres de problemas (podéis leer aquí en qué consisten) también contextualizan y provocan aprendizaje funcional del número incluso hasta cantidades bastante grandes. Pero con el reto de resolver un problema que se plantea en un contexto conocido. Si fallan en el conteo o en la transformación de los números, no hallarán la solución y ellos mismos se darán cuenta del error. 

Dichos talleres, así como los problemas de asamblea, nos sirven perfectamente para abordar los repartos de distinto tipo. En los vídeos de ABN que he visto, muchos grabados por una de sus mayores expertas, frecuentemente se le dan platos a un niño/a y se le pide que reparta tantos objetos siguiendo una consigna. Después la maestra le dice si lo ha hecho bien o no, aunque es verdad que él también lo ve y puede comprobar si el reparto está bien hecho, contando. Pero ¿con qué razón se introduce la realización de ese reparto? ¿los alumnos ven alguna necesidad en ello salvo hacer lo que les dice la profe? Por lo que he indagado, no. Si nosotros planteamos una situación problemática en un contexto en el que tenga sentido, bien en el marco de la vida del aula ("Nos ha llegado un paquete de 16 rotuladores de pizarra blanca y tenemos que repartirlos entre los equipos para que cada uno tenga los mismos, ¿cómo se os ocurre que podemos hacerlo?) o bien ligado a un cuento conocido (podéis ver ejemplos en el blog pinchando aquí); la tarea adopta el papel de reto, de juego, de problema que tenemos y necesitamos resolver. Y el aprendizaje tiene sentido, repartir sirve para algo y por tanto es extrapolable a su vida cotidiana.

Los que me seguís desde hace tiempo sabéis que trabajo las matemáticas desde el enfoque de la Teoría de las Situaciones Didácticas (podéis leer sobre ella en un libro muy cortito llamado Iniciación al estudio de la teoría de las situaciones didácticas, de Guy Brousseau). Propone justo el enfoque que echo en falta en ABN, que muy resumidamente sería que, para que un niño aprenda un determinado contenido, debemos plantear una situación problemática o juego en el que éste aparezca como necesario para resolverla o ganar. El ser humano instintivamente aprende teniendo que resolver problemas. Para ello empleará sus conocimientos y si éstos no son suficientes, ira buscando nuevas estrategias hasta dar con la solución. Somos nosotros los que diseñaremos dichas situaciones y las iremos modificando de forma que hagamos avanzar al alumnado desde las estrategias que pondrían en marcha inicialmente hasta las que queremos que aprendan, justo donde está el conocimiento matemático que buscamos.

El enfoque que plantea me parece absolutamente lógico y perfecto e intento diseñar las matemáticas desde ahi. Y al aprender sobre ABN encuentro un enfoque tradicional centrado en la exposición de materiales no del todo manipulables (rectas numéricas, tablas, bandejas y materiales para repartos, etc.) y peticiones de las maestras que los niños realizan, sí, moviéndose. Pero si no se completa con otras propuestas que den luego funcionalidad a todo eso, queda en una exposición nuestra con buenos resultados de cara a las familias.

Esta brecha entre ambas formas de entender la enseñanza-aprendizaje de las matemáticas, se me hizo muy patenete en cómo ABN plantea la búsqueda y creación de conjuntos equivalentes. Propone, entre otras cosas del estilo, presentar conjuntos de distinto cardinal y que el alumno empareje los que tienen el mismo número de elementos o poner en una bandeja el mismo número de elementos que hay en otra. ¿Con qué fin? Bajo la Teoría de Situaciónes Didácticas parece más eficaz plantear situaciones de cuantificación como: "Trae lápices para que escriban los niños de tu equipo. Tienes que traer sólo uno para cada uno, sin que te sobren ni te falten. Si lo consigues, habrás ganado porque todos podréis escribir". Igualmente, en mil situaciones ligadas al dia dia del aula, en juegos en los que haya relación de necesidad entre ambos conjuntos o contextualizadas en problemas ya conocidos a través de cuentos, por ejemplo. Y una de las "estrategias base" que aparecería en este tipo de juegos sería la estimación. Los que conocéis "¡A contar!" sabéis que dichos conocimientos se plantean de ese modo con una elevadísima motivación para los niños y el asentamiento más profundo de los conocimientos.

Aunque podríamos desgranar varios aspectos numéricos y analizarlos del mismo modo, me voy a detener finalmente en el conteo y el manejo de la recta numérica hasta el 10. Seguro que conocéis la recta numérica colocada en el suelo para saltar sobre ella y moverse en orden ascendente, descendente, de dos en dos, etc. E igualmente, colocar sobre ella tantos objetos en sartas o filas como indica cada cardinal. Y está genial porque en esta etapa, implicar al cuerpo y su movimiento así como la manipulación en general de materiales, en el aprendizaje de cualquier contenido es ideal para fijarlo. Pero si el trabajo se queda ahí, de nuevo, no aparece el uso del número. Complementar dichas propuestas con juegos de tablero, pistas coloreadas o peticiones, convierte el conocimiento de la recta numérica y la cardinalización de sus elementos en una necesidad para poder ganar.



 

 

 

 

 

Resumiendo, en mi opinión el enfoque manipulativo de ABN está bien y el abordaje tan completo del número también. Pero una vez establecidos los contenidos a trabajar y su progresión, habría que buscar situaciones para abordarlos desde la funcionalidad y el juego, bajo las premisas de la Teoría de Situaciones. 

Espero vuestras opiniones y cuando regrese al aula, volveremos a vernos por aquí. ¡Hasta muy pronto!

lunes, 15 de junio de 2020

Lo que somos las maestras, las familias y la Educación Infantil a distancia

Nos llamó el abuelo. Al día siguiente venía a desayunar y nos traería churros y porras para todos. Me pidió que le mandase por WhatsApp cuántos íbamos a querer en total. ¡Perfecto! Ya teníamos los “deberes” de hoy: reales, conectados, globales, divertidos, extrapolables, repetibles, adaptables a dos edades distintas, … Se lo conté a Inés y Pablo, de 2 y 5 años, y decidimos ir apuntando en la pizarra lo que quería cada uno. Se pusieron en juego lectoescritura de letras y números, conteo, representación e interpretación de datos, cálculo, y más aprendizajes deseables en Educación Infantil.

Mi pasión dentro de esta etapa es “rescatar” de la vida del aula este tipo de situaciones o problemas cotidianos para convertirlos en MARAVILLOSAS oportunidades de aprendizaje. Que son las mejores, porque les enganchan al conectar con su entorno más próximo, son reales, proporcionan capacidades para la vida misma, ponen en juego varios contenidos del currículum, se adaptan a todos los alumnos de forma natural, y suele ser la propia situación o problema los que devuelvan a los niños/as los resultados de su trabajo. En nuestro caso, si no anotamos y calculamos bien los churros y las porras, o no habrá suficientes o sobrarán. Y este tipo de validación aumenta mucho las posibilidades de que haya un verdadero aprendizaje, además de dar a los niños mucha autonomía y motivación.

Para llevar a cabo este tipo de propuestas se necesita una mirada entrenada, que sepa ver dónde hay una de estas oportunidades de aprendizaje en el día a día, que la module y guíe para hacerla apropiada a sus alumnos/as y a los contenidos que desea trabajar, que acompañe el proceso de una forma pedagógica y emocionalmente positiva (y muy importante aquí la decisión de resaltar o no errores y cómo hacerlo), que respete, dando tiempo, esa validación por parte de la propia situación y con ella, concluya el proceso o lo enlace con otro. Vamos, lo que nos hace maestras.


Vamos a investigar sobre animales. Cada alumno elige el animal que quiere y lo apunta para que así nos aseguremos de que no se repiten. Podremos mirar nuestra lista para escribir una nota a nuestras familias y que nos ayuden.

Pero, en nuestras aulas, hay otros dos tipos de propuestas, ya que no siempre podemos o queremos aprovechar la vida diaria. Unas, son las que diseñamos de forma artificial pero que han de tener las mismas características que las anteriores. Y, por tanto, requieren un enorme trabajo de ingeniería didáctica. A cambio, obtenemos casi tanto y tan buen aprendizaje como en las que surgen del día a día.


Tenemos que alimentar a estos camaleones. Cada uno puede comer un solo grillo y ninguno puede quedar sin comer. Abre las cajas sólo cuando creas que has terminado para ver si los has alimentado bien.

Y un tercer tipo, las que nos vienen diseñadas por otros para que puedan aplicarse en cualquier contexto y casi por cualquier persona (aunque no con el mismo resultado si es maestra que si no lo es): materiales de editoriales, fichas en papel o interactivas, actividades manipulativas que sólo adquieren sentido en la ficha que se hará después, etc. Suelen ser mecánicas o repetitivas, alejadas del contexto del niño y del momento presente, cerradas para una edad o nivel y corregibles por un adulto.

Normalmente en cualquier aula se dan algunas “grandes propuestas” combinando los tres tipos, aunque intentando una predominancia clara de los dos primeros (propuestas derivadas de la vida cotidiana o diseñadas por nosotros con las mismas características que las primeras). Y alternando con éstas, se suceden muchas “mini-actividades” ligadas a las rutinas de aseo y alimentación, a las asambleas, al calendario, etc.   

¿Qué ha pasado con la Educación Infantil en casa, con los “deberes” que se han estado mandando? Sin ninguna duda, maestras y familias hemos hecho todo lo que hemos podido. Sin embargo y, sin remedio, las propuestas han tenido que resumirse en dos o tres cositas por jornada escolar y elegidas por tres criterios totalmente diferentes a los que guían el diseño de propuestas en nuestro día a día en el aula:

1. Que las familias pudiesen entender qué tienen que hacer con su hijo/a. Esto hace que hayan predominado propuestas del tipo 3 (diseñadas por editoriales, fichas, corregibles sólo por el adulto, etc.) que responden a una enseñanza más tradicional y por tanto más cercana a la que recibieron padres, madres y abuelos/as. Esto les hace capaces de implementarla en sus hijos/as o nietos.

Seguir este criterio ha implicado, además, una reducción de contenidos. Por ejemplo, en el ámbito matemático, hemos podido mandar propuestas que incidan en asociar cantidad-grafía, recta numérica, operaciones, etc. Pero cuando nos sentábamos a pensar en cómo mandar a casa todas las que serían necesarias para adquirir el sentido del número y sus usos, la cosa se complica.

En mi caso, a medida que han ido pasando las semanas he ido adaptando mis propias recomendaciones. Empezaron siendo propuestas con poca conexión explicadas de forma escueta. Luego, fui conectando más las actividades entre sí y añadiendo párrafos en los que explicaba para qué hacíamos esa propuesta y cómo debían ejecutarla para conseguir los objetivos que pretendía. Y, aun así, en la mayoría de los casos, tampoco las familias llegaban a comprender de verdad por qué se hace; con lo cual, las correcciones, vocabulario empleado por los adultos presentes, la manera de resaltar errores, … han divergido de la forma que se hace en el aula.

Por otro lado, en el día a día de nuestras clases, todos los objetivos y contenidos se entrelazan y se disgregan en mini-propuestas continuadas que alternan todas las capacidades de la persona y que se enlazan de forma natural: no distinguimos por "asignaturas" porque el cerebro infantil no aprende así. Cuando se mandan a casa, en ocasiones se agrupan: lectoescritura, matemáticas, psicomotricidad, inglés, arte.... En primer lugar, porque es imposible reproducir el "día escolar" que entendemos como una unidad entera de aprendizaje. Y en segundo lugar, para facilitar a las familias la comprensión de lo que tienen que hacer. Y ellas las plantean así, "venga hijo, ahora vamos a hacer lo de matemáticas", perdiendo la globalidad de los aprendizajes que caracteriza a la Educación Infantil (y que no tiene nada que ver con que esos grupos de propuestas traten todos sobre los transportes o los inventos).

¡Tenemos gusanos de seda! Podemos tocarlos, verlos crecer, cuidarlos, vivenciar su ciclo vital, contarlos todos, sólo los capullos o sólo las mariposas; si alguno muere volvemos a contar, lo anotamos, hacemos una lista para llevarlos a casa, escribimos una nota a la familia que traerá las hojas de morera, ...

2. Que las familias pudiesen hacerlas con sus hijos/as: por tener el material, por tener el tiempo, por tener el espacio y los conocimientos. Este criterio también nos suele remitir a propuestas del tipo 3 (fichas y manipulación pero ligada a ellas, páginas de libros, etc.). Sabemos que las familias han hecho un esfuerzo enorme por seguir el ritmo de las tareas enviadas, pero conocíamos las limitaciones y no queríamos añadir complicaciones.

3. Que fuesen entretenidas. Y este término se vuelve distinto cuando se manda tarea a casa porque sabemos que el maravilloso y necesario vínculo afectivo con mamá y papá hace que muchos niños/as se muestren en confianza para decir abiertamente que no quieren hacer lo que les proponen. Y si las familias se han creído que en su mano está el aprendizaje de contenidos de tipo "escolar", esto genera un agobio inmenso. Así que más nos ha valido mandar muchas manualidades (y el arte es mucho más que eso), experimentos, enlaces a vídeos, …; cosas entretenidas para progenitores y niños/as, aunque con poca conexión entre sí.

¿Y qué actividad IMPRESCINDIBLE en la Educación Infantil reúne estos tres requisitos? El JUEGO LIBRE. Pero por la inercia en la que nos movemos y al ritmo al que se hace vivir a la infancia, parece que mandar jugar libremente durante muchas horas, a lo que los niños elijan (porque en esa elección ya hay mucho aprendizaje), con sus padres si es posible; no es suficiente y vamos a dejar un vacío en la formación de esos niños y niñas. Creo yo que vacío es el que dejan en el vínculo familias agobiadas y enfadadas, luchando con niños de 4 años que no quieren hacer los deberes del cole estando en casa tan a gusto con su mamá y su papá y sus juguetes (y estar así de bien 24 horas al día, para algunos es algo que nunca han vivido y que “se huelen” que será excepcional y que, por tanto, han de aprovechar). Familias que llegan agotadas a ese juego libre tan importante, y sin fuerzas para luchar porque sus hijos/as coman solos, se vistan, se laven los dientes, para mediar en la resolución de conflictos con hermanos y tener paciencia para ser modelos de control emocional. Precisamente esos son los deberes propios de madres y padres cada día.

Así que, me da un poco de rabia que, de forma general, no sólo no se haya hecho notar la imposibilidad de impartir de forma online esta etapa, sino que hasta hace dos días, aún se siguiese planteando para el próximo curso, reduciendo nuestro trabajo a la trasmisión de contenidos en lugar de poner en valor nuestra formación. Y, también, un poco de rabia al ver cómo se ha estado "engañando" a las familias, haciéndolas creer que sus hijos/as están aprendiendo suficiente haciendo los deberes que manda el cole, en lugar de resaltar su importante papel, dejándoles tiempo para hacer sus verdaderos quehaceres como padres y madres. Esos de los que hablaba antes, a los que la administración e incluso la sociedad en general, no da tanto valor, pero que, si se han hecho, SUPLEN CON CRECES las posibles carencias de los niños por no ir al cole tres meses. Ya hablé de ello en la entrada "Deberes para Educación Infantil durante la cuarentena".

Termino recogiendo tres artículos que me han gustado de los que he ido leyendo estos días sobre educación:

1. Muy recomendable, si no lo habéis leído ya, el de la revista Magisterio de Maestra de pueblo: “El cambio profundo en Educación no lo va a traer esta pandemia”

 2. En El País, “El futbol, los bares, la escuela”

3. Y también en El País, “Odiar la educación”

sábado, 30 de mayo de 2020

Conociendo a Arcimboldo

Aunque el trabajo en el cole nos queda, por desgracia, un poco lejos, voy a compartir lo que hicimos en febrero en mi aula de 3 años sobre la obra de Giuseppe Arcimboldo.

Habíamos trabajado durante el mes anterior sobre el cuerpo humano, la salud y la alimentación. Una semana antes desarrollamos también bastante la propuesta de realizar la receta de una brocheta de frutas (podéis leer la experiencia pinchando aquí). Así que el día en el que por la mañana al entrar a clase apareció en la pizarra digital la obra "Retrato de verduras", los niños/as ya tenían mucha información. Nada más entrar al cole les dejaba un ratito de juego libre y, en ocasiones, les ponía de fondo una música o imagen motivadora, sin explicar nada salvo que preguntasen.

En otro momento del día, volvimos a la imagen y ya sí pusimos en común lo que veíamos: una cara de verduras, cebollas, un plato, etc. ¿Y si le dábamos la vuelta?

Después, les propuse que, por equipos, creasen su propia cara con los alimentos de juguete del aula. El trabajo en equipo de forma colaborativa es difícil a los 3 años ya que aún no han tenido tantas experiencias sociales como para saber gestionar roles y materiales. Así que, más que a la creación de la cara, mis cometarios fueron dirigidos a este aspecto: no "acaparar" materiales, intentar que todos colocasen algún alimento, que escuchasen las ideas de otros niños/as, etc. Resultó muy interesante.


Los círculos que les dí como soporte para la actividad anterior, los usaron después para dibujar caras también entre varios niños. Fue genial escuchar los comentarios que se hacían unos  a otros para intentar adaptar todos los niveles de dibujo y que el resultado final se pareciese a la imagen de la cara que tenían en mente los más maduros del grupo.


Durante otros ratitos de juego libre por la mañana dejé en una mesa una cara hecha por mí, láminas con círculos más pequeños y contadores de frutas para que sirviesen de provocación a crear, esta vez de forma individual o por parejas, caras de frutas.



En el tiempo de trabajo por rincones pudieron crear su propia obra "permanente" del estilo de las de Arcimboldo. La propuesta estuvo programada para el rincón de arte durante una semana y la desarrollaron en dos fases (es decir, durante la misma semana, debían acudir dos veces al rincón). Usamos una lámina de nuestros libros de texto en la que viene un círculo y un sombrero-cazuela. En la primera fase pintaron con témpera el exterior y el interior de la cara de dos colores diferentes. Cuando se secaba, volvían al rincón para pegar recortes de alimentos previamente preparados por mi en una bandeja.



Durante el tiempo que trabajamos la obra de Giuseppe Arcimboldo, leímos conjuntamente un libro que les hice yo recopilando los aspectos más importantes sobre la vida y obra del artista. Luego quedó en la biblioteca de aula para que lo disfrutasen cuando quisieran. Podéis descargarlo pinchando aquí o en la imagen.


martes, 5 de mayo de 2020

Atención educativa: contamos el cuento "El cambalache" y hablamos de los celos



Descubrí El cambalache por casualidad y lo cuento muchísimo. A los niños les encanta y yo creo que es porque presenta los celos de una forma muy reconocible para ellos y con una manera de resolverlos que también es la que, al menos en algunos momentos, desearían llevar a cabo (cambiar a tu hermano/a, devolverlo al sitio del cual vino,...). Está escrito e ilustrado por Jan Ormerod y Andrew Joyner y editado por Ekaré. Podéis conseguirlo aquí.

Para meternos en él de una forma más profunda, planteé algunas sesiones de trabajo para el tiempo de Atención Educativa/Alternativa a la Religión en mi aula de 3 años, aunque las propuestas y el material es fácilmente adaptable a 4 y 5 años. En estas sesiones somos menos y podemos hablar todos más tiempo y con más tranquilidad y, este cuento en concreto, da pie a desarrollar conversaciones interesantes desde el punto de vista emocional. Los personajes son muy expresivos y las ilustraciones contienen muchos detalles que completan la narración verbal, así que resulta perfecto contar el cuento con un grupo más reducido para que puedan verlo bien.

Antes de empezar la lectura, extraemos información de la cubierta, anteportada y portada y hablamos de lo que los niños/as creen que trata el cuento, quienes son los personajes que aparecen, dónde están, cómo creen que se sienten y por qué,...


Después de leerlo varias veces, disfrutarlo, hablar de lo que nos ha gustado o no y dibujarlo si queremos; podemos hablar de cómo se siente Carolina en las distintas partes del cuento y por qué. Observando las caras del resto de los personajes también podemos conocer sus sentimientos. Pero si hay algo que nos asegura un buen rato de interesante conversación es el tema de los hermanos: si tienen o no, su edad, cómo son, lo que hacen, anécdotas que han oído sobre su nacimiento o cuando eran más pequeños y sus conocimientos sobre los cuidados que precisan los bebés. Desde ahí podemos dejar espacio para que compartan los momentos en los que han sentido celos, ponerle nombre a un sentimiento tan frecuente y normalizarlo. Y en algún momento, preguntar si les gustaría o les hubiese gustado hacer como Carolina y cambiar a su hermano por otro, devolverlo a una tienda o que volviese al sitio del que ha venido. Son acciones que muchos de ellos hubiesen deseado pero que la sociedad se encarga de hacerles saber que pensar en ellas está mal y por tanto muchos no llegan a verbalizarlas, lo que impide que se canalicen correctamente. Sacarlas a la luz con el cuento es el vehículo para poder expresar los celos y resolverlos.

Después de ello podemos escribir una lista conjunta de las ventajas e inconvenientes que supone tener hermanos. Si son más pequeños que nosotros, ¿qué cosas creéis que podréis hacer juntos cuando crezcan? Y si son más mayores, ¿qué cosas hacen ellos que os gustaría poder hacer también a vosotros?

Otra pregunta interesante que se deriva del cuento es si creen que la mamá de Carolina la quiere en las primeras escenas del cuento y por qué. Aunque nazca un hermano nuestros padres y madres siguen queriéndonos ¿cómo lo sabemos? Podemos escribirlo a nuestra manera y/o dibujarlo.


En El cambalache aparecen características del bebé que gustan a la mamá cocodrilo. Carolina las busca después en los animales de la tienda de bebés. A partir de dichas cualidades, realizamos una actividad para trabajar la descripción de un modo que les encanta y que ya hicimos con los monstruos (podéis leer la entrada pinchando aquí) y personajes de revistas (podéis leerlo aquí). Esparcimos por la alfombra imágenes de animales que aparecen en el cuento y nos sentamos en círculo. Cada niño deberá pedir un animal a su compañero de la derecha expresando rasgos que lo definen (color, ojos, número de patas, tamaño...) pero sin decir su nombre. También podemos describir nosotros animales que los niños deberán adivinar.

Respecto al desarrollo de la lectoescritura, realizamos también una actividad que ya conocen y que consiste en buscar entre varias palabras, aquellas en las que pone cocodrilo.

En cuanto a contenidos de tipo lógico-matemático, el cuento se presta a realizar una propuesta de peticiones con el vestido de Carolina. La que yo propongo en el material es muy sencilla puesto que sólo los alumnos que no van a Religión tienen la oportunidad de realizarla y el objetivo es asentar los aprendizajes que se consiguen con este tipo de actividad. En este caso, presentamos a Carolina con como modelo con un vestido de tres círculos amarillos. Los alumnos deben pedir por escrito el número necesario de círculos para que el vestido vacío de su Carolina quede igual que el del modelo. Si lo consiguen, ellos mismos pueden ver que ¡han ganado! (Podéis leer más sobre peticiones en la entrada "Las peticiones en 3 años")


Y por último, dramatizamos el cuento con nuestros propios títeres con el objetivo, entre otros, de mejorar la pronunciación. Podemos escribir una lista conjunta en la que apuntemos cada personaje y el alumno/a que lo va a representar. Después, pintan los títeres, los recotamos y pegamos un palo por detrás.


Por último, os dejo un vídeo que grabé contando el cuento a mis alumnos.